A dos corazones heridos se les ve correr
en unas calles del otoño al atardecer;
arañan la tierra para beber
todo un mar entero del desierto aquel
que me vio llorar. Ya no moriré…
Volaré hasta tu nube para que podamos ver
que en una noche, con un lazo
la Luna, te la acercaré.
Es que hay miles de estrellitas;
y el universo no se quejará,
que robe una para ti, nos abrigará…
Entre tantas sustancias grises,
y materias de gran poder.
Esos abismos oscuros,
agujeros dicen ser.
Entre miles de estrellas
del anochecer,
eras la más pequeña
que los astrónomos
no lograrán conocer…
Te desprendiste del cielo
para verme correr.
Y un universo que despierta cuando mueves tu boca,
me saluda sonriente en tu forma de ser;
porque en él orbito seguro, si mis ojos se equivocan…
Porque eres la estrellita que brilla pero no se ve,
susurrando en mi oído, reclamándome
todo lo que no debo hacer…
Me corriges el aire para respirar.
Con esos rojos del amor,
son esos azules y blancos,
es tu aroma que se derrama como cosmos.
Es tu universo que se vuela en tu cabeza
y en mi frente marcada de ti.
Le preguntaré a tu piel
cómo le hace para crearme aquel
espacio entre mis pies y el cielo;
Un rinconcito que por ti pude conocer.
Eres tú…
Tu secreto que se viste de mi silencio,
y tu grito que se abriga en mi voz.
Mi voz
Que dice:
Yo te juro, niña mía,
que tu universo será
para esos corazones heridos que vimos correr,
de ese dolor que incinera el alma.
Son esos rinconcitos eternos y fugaces que se llaman:
tú y yo…
Y Me subo a esa rueda, que no sabe parar.
sábado, 30 de octubre de 2010
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