muerdo el anzuelo de su piel.
Prohibida alegría;
jadeante en mí,
el alma mía, llora
como un sauce que llora a otro sauce…
Y golpea en el aire
una pelea sin fin.
Y se esconden los muertos;
y huyen a los cerros, a los andes,
donde desborda la vida inmortal
una rosa roja que llora…
Me pierdo en un laberinto.
Y sin rumbo; sin lamento
visto u oído,
en silencio digo su nombre…
Los ojos pesan.
Las manos tiemblan.
Los pies me duelen.
Porque son como cartón
las vivencias sociales
de mi humanidad,
arrastradas por un viejo vil y loco…
Encontrarle aquí,
ya no duele.
Las locuras
que yo pueda recordar
del dolor: ya no duele.
Que se escuchó
en las arterias de aquella alma
vagabunda de bosque
que me vio llorar
en un espejo roto…
De noche, asustaba
la firmeza de su luz de luna llena.
Esa airada voz y dulce,
lastimaba como un vicio mortal;
Me llamaba a la muerte… su risa.
Serena, tranquilidad incierta.
Era su silencio tan agobiante.
Y fui capaz de amarle
después de destrozarme;
después de envenenar su sangre.
Y yo sólo respiraba del aire de su boca
al hablar, al cantar… al reir.
Yo vivía en esos momentos;
pero... esa noche... no dijo más;
yo morí…
Y quise su vida;
y que compartiese la mía.
No lo quiso así.
Me mató en silencio,
ese que lastima
más que el veneno de su boca
cuando quiere herir…
Y mató al dragón;
y mordió a un león.
Hizo llorar a una roca;
me mató a mí.
Me partió el alma
con esas cadenas
que me arrastraron una vez;
pero no acabó con ese ave,
Fénix de fuego
que sus lágrimas aprendieron a curar…
arrastradas por un viejo vil y loco…
Encontrarle aquí,
ya no duele.
Las locuras
que yo pueda recordar
del dolor: ya no duele.
Que se escuchó
en las arterias de aquella alma
vagabunda de bosque
que me vio llorar
en un espejo roto…
De noche, asustaba
la firmeza de su luz de luna llena.
Esa airada voz y dulce,
lastimaba como un vicio mortal;
Me llamaba a la muerte… su risa.
Serena, tranquilidad incierta.
Era su silencio tan agobiante.
Y fui capaz de amarle
después de destrozarme;
después de envenenar su sangre.
Y yo sólo respiraba del aire de su boca
al hablar, al cantar… al reir.
Yo vivía en esos momentos;
pero... esa noche... no dijo más;
yo morí…
Y quise su vida;
y que compartiese la mía.
No lo quiso así.
Me mató en silencio,
ese que lastima
más que el veneno de su boca
cuando quiere herir…
Y mató al dragón;
y mordió a un león.
Hizo llorar a una roca;
me mató a mí.
Me partió el alma
con esas cadenas
que me arrastraron una vez;
pero no acabó con ese ave,
Fénix de fuego
que sus lágrimas aprendieron a curar…
"Y fui capaz de amarle,
ResponderEliminardespués de destrozarme..."
Oh dolor y dolor!
si no quieres terminar asi hazme caso y apresura los pasos, no te vayan a ganar, ten valor!
y suerte en todo, cdt, bye...